sábado, 26 de abril de 2008

Cooorreee, Sylvana cooorreee!!!!

Bueno, creo que hasta ahora sólo les he contado el lado bueno de este viaje. Pero no crean que todo es miel sobre hojuelas. He tenido mis malos ratos, sí como no. Que digo malos ratos, malas horas… y para ser sinceros esto me sucede casi diario. En realidad, ooodioooo el transporte de Melbourne.

Resulta que los habitantes en Melbourne tienen básicamente cuatro opciones para transportarse:

Tren

con sus más de 15 rutas.
Tram
Viajar en tram tiene su encanto.

Bus

Así de bonitos están los camiones por dentro, con aire acondicionado y toda la cosa.

Y el auto. Por supuesto, para una mexicana recién llegada y con poco presupuesto el carro simplemente no es opción. A cambio de esto, mis dos piernitas se han convertido en mi mejor medio de transporte.

Como ya les había contado, Melbourne no es una ciudad muy grande que digamos. Más de 81 mil habitantes no son nada comparados con los veinte millones de chilangos que día a día nos amontonamos en el metro, en los micros, en el metrobus y en los trolebuses. A pesar de esta gran diferencia, puedo decir orgullosamente que el transporte en la Ciudad de México es veinte millones de veces mejor que el de Melbourne.

Para empezar, Melbourne está dividido en zona 1 y 2. La ciudad es zona 1 y donde está mi universidad es zona 2. Lo cual significa que necesito dos boletos para transportarme. Por suerte mi casa está en el límite de la zona 1, lo cual me da chance de acercarme a la zona 2 casi sin problemas. Pero cuidaaado si quiero ir más allá…

Yo puedo comprar un boleto por viaje, por día, por semana, o por mes. Esta última es la mejor opción. Claro, si tomamos en cuenta que toooodo por acá es carísimo, pagar $104 dólares mensuales es una ganga. Así como lo leyó mi querido lector, $104 dólares!!!!! (algo así como mil pesos mexicanos). Y si me tocara comprar zona 1 y 2 tendría que pagar $170 dólares mensuales!!! Pinche asalto a la australiana!!!!


Pinches boletitos. Uy y no les cuento la que se arma si se te llega a perder!!!

Bueno, al menos sólo necesito zona 1. Hasta ahí la cosa no está tan mal. Pero cuando pierdes el camión y te toca caminar en promedio una hora, a una temperatura de 40 grados, se la refrescas a quien puedes cada vez que miras tu boleto de $104 dólares.

Esa es mi cruz de cada día. Caminar, caminar, caminar. Porque como buena chilanga, todos los días estoy retrasada.


A poco no me veo más flaca de tanto caminar? jajajaja

El ritual del transporte por acá es el siguiente. Amanece, abres tus ojitos y antes de pensar en lo que tienes que hacer, en qué ropa te vas a poner, incluso antes de lavarte los dientes, tienes que mirar el horario del tren o del autobús, según toque ese día. Dependiendo de la hora en que pase tu transporte es que puedes o no puedes tomarte tu tiempo. Siempre tienes que procurar estar 10 minutos antes, porque uno nunca sabe… Pero pues yo, después de cuatro meses, nomás no he podido adoptar esas costumbres inglesas. En consecuencia, siempre salgo de mi casa con una pestaña con rimel y la otra no, con los zapatos a medio poner, con miles de cosas en las manos, despidiéndome de mis amigos a gritos y corriendo.


Desgraciadamente llego a la estación y miro el timetable (horario del transporte) y mieeeeerda otra vez me dejó!! Ahí empieza mi día… a caminar.


Este es el dichoso timetable del bus.
Al salir de la escuela no hay mucha diferencia. Mi popularidad se puede medir con la media hora que tardo en salir de mi salón, saludar a medio mundo y llegar a la estación del bus que está como a diez pasos de mi escuela. Ahí viene la otra parte de la historia.

Creo que no les había contado: ya tengo trabajo!!! Esto significa que todos los días voy a la ciudad. Diario tomo el bus de las 4:45 p.m. Una vez que estoy arriba debo prepararme psicológicamente para correr, pues el bus llega a la estación de tren a las 5 p.m. y el tren pasa a la 5:02. Sin embargo, casi diario el bus se retraza uno o dos minutos lo que se traduce en: “coooooorree the train is coming!!!!!!”

Es chistosísimo como todos los días los latinos salimos disparados del bus, abriéndonos paso entre la gente y gritando páralo!!! páralo!!! corre!!! corre!!!

Uffff!!! una vez arriba todo es felicidad, estaremos en tiempo en el trabajo.

Flinders station es algo así como la terminal del tren en la ciudad. A poco no está bien nice?


La escena se repite al final de la jornada. Yo termino de trabajar a las 8:30pm y a las 8:38 pasa mi tren. Si no tomo ese tren debo esperar una hora. Dígame si es justo pagar $104 dólares para esperar una hora. Pues nooooo… Así que dando las 8:30 yo avieeento mis cositas del trabajo, agarro mi bolsa y a correr otra vez como ratero de Tepito cuatro cuadras en cinco minutos…

Bueno, al menos mis $104 dólares sirven para tener bonitas estaciones de tren,
como ésta que es en la que diario me trepo de regreso a mi casa.

Uff!!! Una vez que estoy dentro del tren una sonrisa se dibuja en mi cara. Lo hice. Llegaré temprano a mi casa.
La Julia (con sus 18 cambios) y yo en el tren. (Chequen mi casco, aqui es obligatorio)

PD. Esta historia tiene sus matices cuando “Julia” mi bici, me acompaña. Pero eso se los contaré en otro post.