Ya estoy aquí una vez más. Si, si, ya sé que me paso, que me ausento sin permiso, que a más de uno lo tengo con el Jesús en la boca. Pero pues que quieren, soy una desordenada de primera y si a eso le sumamos que aquí cada día aumentan mis actividades, pues no más no me logro poner al corriente con mis deberes. Bueno, nada más de rapidito les cuento que ya termine todos mis cursos de inglés y ahora estoy viendo a ver qué me invento para andar más tiempo por acá… igual y en una de esas hasta aplico por la residencia australiana. En fin, menos excusas y más historias.
Sobreviviendo en Melbourne
Señor, señora, señorita, chamacos… alguna vez se han preguntado cómo sobrevive la Sylvana en Melbourne? No, no me saqué la lotería. Tampoco le he entrado al negocio de la señora Blanca -aunque ganas no me han faltado-. No, no, no, tampoco vendo zapatos o pozole. Adivinen… soy mesera, cleaner y locutora!!!!!!
Ja, ja, ja,ja. Así como lo escucho. Todo comenzó en febrero. Durante mis primeras vacaciones lo primero que hice fue ponerme a buscar trabajo, pues un mes fue suficiente para bajarle más de la mitad a mis ahorros y las proyecciones de que estos me durarían al menos tres meses pronto se redujeron a mes y medio. Así que a trabajar. (En mi siguiente post –que prometo será pronto- les contaré la verdadera vocación de los latinos).
Días y días caminando, pidiendo trabajo con un inglés bien limitado y bajo una temperatura de 38 grados en promedio -en esa época por acá era verano- fue mi escenario esa semana. El ultimo día, visite como 20 restaurantes y cuando me disponía a regresar a mi casa sonó mi celular y una persona en inglés me pedía que regresara al restaurante que había visitado ese día pues tenía algo de trabajo para mí. Aja, pensé, cuál de todos, he visitado como 20. Le pregunté cual y me dio el nombre y la dirección, pero yo no entendí un carajo!!!! Ay no puede ser. Como siempre un milagro sucedió. La mujer hablaba un poquito de español y con mi poquito de inglés logramos entendernos. Rápidamente regrese al sitio y de ahí no me han sacado en 7 meses.
Que tal con el modelito!!!!
El restaurante se llama Churrisimo. Es un restaurante familiar, pero con mucho estilo, es decir, no es una fonda o una lonchería -con todo el respeto que me merecen esos lugares que en México cómo me sacaban de apuros los días que no cocinaba, o sea casi diario-. Los dueños de Churrisimo son una pareja de españoles que llegaron aquí cuando tenían 5 o 6 años, o sea casi casi son australianos. Ella habla muy, muy, poco español, él un poco más, pero siempre nos comunicamos en inglés, ya si de plano me ven muy mensa en algo, pues ya me lo piden en español. El restaurante, como han de adivinar, es de comida española: tapas, churros y chocolate es la especialidad de la casa y pues ahí gasto mis fines de semana, entre tortillas españolas, churros y una maquinita de café que me ha hecho una experta en café latte, cappuccino, macchiato, express y hot chocolate.
Cafe o chocolate?
Al principio no les entendía un carajo a los clientes. Imagínense la escena. Entra una australiana con cara de poco amigos y apenas si abre la boca para ordenarme un café. “I wanna a latte, wake, skinny, no sugar, decaf, extra hot” (o sea algo así como agua de calcetín bien caliente). Todo esto con un acento australiano de esos que no se les entiendes un carajo. Por supuesto, me tarde mas en adivinar y escribir lo que quería, que en hacer el café. Y bueno, como esas muchas escenas.
En el restaurante tenemos muchos personajes -ay como me recuerdo a Amelie (jajaja, ya se, ya se, quiten esa cara)-.Tenemos por ejemplo a la mujer que acaba de tener un bebe, entonces no se si ya era quisquillosa o está así por su reciente maternidad. Bueno, el caso es que todas las mañanas pasa por su strong, flat white, no sugar -ah y cuidadito y no le ponga la cantidad exacta de café porque me reporta con mi jefa-. A pesar de eso es adorable cuando llega y con tan sólo una sonrisa me hace la seña de “ya sabes lo que quiero”, entonces con la misma sonrisa le preparo su café pa’ que se vaya pronto.
Ah, pero también tenemos al chavito que se pasa las horas comiendo ordenes de churros, sentado enfrente de mí, nomas mirando el panorama. Al principio me sacaba de onda, porque llegaba a estar sentado frente a mí hasta tres horas, pero ahora ya hasta platicamos de vez en cuando y hasta conozco a sus papás. (No, no piensen más allá, ese no es el bueno. Tampoco es un ruquito griego que se la pasa diciéndome que estoy bien bonita y hasta me lleva flores).
Tenemos también a otro cliente que tooodos los domingos va a desayunar, se quita los zapatos, se pone cómodo, se pone a leer y después de media hora ordena su desayuno. Siempre come lo mismo y se queda ahí sentado las horas.
Aqui con un amigo mexicano que me fue a visitar al trabajo
Y acompañando (o más bien dicho, sirviendo) a todos estos personajes esta la mesera mexicana que a más de uno causa sorpresa cuando le preguntan: Where are you from? I’m from México. Las caras de sorpresa y preguntas sobre el tequila, las tortillas, la violencia en la Ciudad de México, Cancún y demás referencias que el mundo tiene de México la convierten por un momento en la mesera más exótica.
Bueno, como verán hay miles de cosas que contar…pronto les contaré la historia de “Toda Latinoamérica unida por una Australia limpia”.